Desde principios de la década de 2000, la economía de Brasil ha crecido a un ritmo robusto, con un crecimiento en 2010 alcanzando el 7,5 por ciento, su nivel más alto en un cuarto de siglo. Un pilar clave de su éxito económico duramente ganada ha sido las políticas económicas sólidas y la adopción de programas de gran alcance social, que se tradujo en una disminución sustancial de la pobreza.
En el último par de años el crecimiento de Brasil se desaceleró. Aunque otras economías de mercados emergentes experimentaron una desaceleración similares, los outturns crecimiento en Brasil fueron especialmente decepcionante. Y las medidas adoptadas para estimular la economía no produjeron una recuperación sostenida. Esto se debe a desatar un crecimiento sostenido en Brasil requiere de medidas orientadas no a estimular la demanda interna, sino en el cambio de la composición de la demanda hacia la inversión y al aumento de la productividad.
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