Los sistemas alimentarios del futuro deben ser más inteligentes y eficientesGraziano da Silva: la competencia por los recursos y la energía necesita un “cambio de paradigma”, incluyendo los biocombustibles
16 de enero de 2015, Berlín – El aumento de la competencia por los recursos naturales, y los cuellos de botella que se generan, hacen que la agricultura global ya no pueda funcionar según el modelo al que estamos habituados. El desarrollo agrícola basado en un uso intensivo de insumos que ha existido en los últimos 40 años ya no es sostenible, y se impone un "cambio de paradigma" en la producción de alimentos.
Este ha sido el mensaje clave en un discurso pronunciado hoy por el Director General de la FAO, José Graziano da Silva, en el Foro Mundial para la Agricultura y la Alimentación que se celebra esta semana en Berlín dentro de los eventos de la Semana Verde. El tema del foro de este año ha sido “La creciente demanda de alimentos, materias primas y energía: ¿oportunidades para la agricultura, desafíos para la seguridad alimentaria?”. "Que todo siga igual significaría un aumento enorme y simultáneo en las necesidades de alimentos, energía y agua en las próximas décadas: un 60 por ciento más de alimentos, un 50 por ciento más de energía y un 40 por ciento más de agua para 2050", advirtió Graziano da Silva durante su intervención. Las estimaciones de la FAO apuntan a la necesidad de aumentar la producción de alimentos en un 60 por ciento para 2050 para alimentar a una población que va a superar los 9 000 millones de personas. Para hacer frente al reto de alimentar a más personas utilizando menos tierra, agua y energía, son necesarios esfuerzos concertados e inversiones para apoyar una transición de gran envergadura y a nivel planetario hacia sistemas agrícolas y prácticas de gestión de la tierra sostenibles, según el Director General de la FAO. Biocombustibles: los alimentos tienen prioridad El cambio climático y el aumento de la competencia entre los productos agrícolas alimentarios y no alimentarios -como la bioenergía- han hecho más complejos los problemas de la alimentación del futuro, dijo Graziano da Silva. "Pero es importante no olvidar –añadió- que los biocombustibles surgieron con fuerza como fuente de energía alternativa debido a la necesidad de mitigar los gases producidos por los combustibles fósiles y los de efecto invernadero, y esa necesidad no ha cambiado”. El responsable de la FAO abogó por un enfoque más pragmático a la cuestión. "Tenemos que pasar del debate de alimentos contra combustible a un debate sobre alimentos ycombustible. No hay duda: los alimentos son lo primero", aseguró, añadiendo: "pero los biocombustibles no deben ser vistos simplemente como una amenaza o como una solución mágica. Al igual que sucede con otras cosas, pueden ser buenos o malos". La evidencia muestra que cuando se desarrollan con responsabilidad, los sistemas de producción sostenible de biocombustibles pueden proporcionar una fuente adicional de ingresos para los agricultores pobres. El Director General de la FAO señaló que gracias a la experiencia adquirida en los últimos años y las nuevas tecnologías de producción de biocombustibles, los países están hoy en mejor posición para evaluar las oportunidades y riesgos de esta producción y utilizarlos cuando es rentable social, ambiental y económicamente. Además, destacó que con el fin de evitar conflictos con la producción de alimentos, las políticas sobre biocombustibles deben ser flexibles y "necesitan ajustarse de acuerdo a la realidad, el equilibrio de la producción en curso y las existencias de los diferentes productos utilizados". Hablando de forma más general sobre las contribuciones del cambio a la agricultura sostenible, afirmó que los sistemas alimentarios del mundo deben lograr mucha mayor eficiencia en el uso de los recursos naturales, en particular agua, energía y tierras, incluyendo la reducción del desperdicio de alimentos Y tienen que hacer mucho más para proteger, conservar y restaurar los recursos naturales, la biodiversidad y las funciones del ecosistema. La FAO puso en marcha recientemente cinco objetivos estratégicos clave para centrar y orientar su labor. Entre ellos se incluyen lograr que la agricultura, la silvicultura y la pesca sean más productivas y sostenibles, y hacer posible una transición hacia sistemas agrícolas y alimentarios eficientes.
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