Costa Rica logra que el dinero crezca en los árboles

Propietarios de bosques reciben fondos por cuidar de sus árboles como parte de una estrategia nacional para neutralizar emisiones de carbono
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Mientras en otras partes del mundo se crean apps y se trazan complejos planes para reducir las emisiones de carbono, Costa Rica tiene un plan simple pero efectivo: sembrar árboles, miles de árboles.
Tan importantes son los árboles en la estrategia tica que el gobierno ha prometido que para el 2021, tres cuartas partes de las emisiones de CO2 serán absorbidas por el sector forestal y agroforestal. En esa fecha la nación centroamericana busca convertirse en “carbono neutral”, es decir, capaz de remover de la atmósfera tanto dióxido de carbono como el que produce.
Lograr esa meta no será fácil. Una de las mayores trabas para alcanzar el objetivo de carbono neutral en el país es que hasta el momento no hay políticas paralelas para el sector de transporte, que sigue siendo el mayor emisor y consumidor de hidrocarburos responsable del 46% de las emisiones de CO2.
A esto se suma que Costa Rica sigue siendo víctima de la tala ilegal, cuyo negocio ha florecido en Latinoamérica en los últimos años, pese a mayores protecciones policiales y legales. El comercio ilícito de madera en la región genera entre US$30.000 y US$100.000 millones anuales, de acuerdo a diversos estimados.
Pero el país continúa desarrollando un plan por proteger sus bosques: los propietarios de terrenos boscosos que se suman a la estrategia reciben por parte del Gobierno de Costa Rica una cantidad de dinero por cada árbol que siembran y conservan, cifra que se va incrementando con el correr de los años y la salud de los árboles.
Julio Hernández, un caficultor tico que participa de esta iniciativa, está convencido de que sembrar árboles es un ejemplo de la agricultura inteligente: aquella que hace bien al medio ambiente y al bolsillo. Sus cedros dan sombra a las plantaciones de café y sirven de fertilizantes naturales. Pero también son una fuente de ingreso en sí misma. Por cada árbol que posee, el agricultor recibe US$1,30 cada tres años.