Achim Steiner,  subsecretario general de la ONU y director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA); y el Dr. Andrew Steer, presidente del World Resources Institute





Nuestro futuro está inevitablemente unido a los bosques. Los beneficios económicos y sociales que generan son esenciales para hacer realidad un siglo sostenible. Una prueba de fuego de nuestro compromiso con este futuro es nuestra respuesta a una amenaza creciente y global: la tala ilegal y el comercio criminal de madera. 


Los bosques son fuente vital de biodiversidad y sustento. Más de 1.600 millones de personas dependen de los bosques, incluyendo a 60 millones de indígenas que dependen totalmente de ellos. Asimismo, son almacenes naturales de carbono y aliados en la lucha contra el cambio climático. Constituyen extensos servicios naturales de agua que contribuyen al almacenamiento y a la liberación de agua dulce a las redes de lagos y ríos. 


Aunque la deforestación está disminuyendo en algunos países, sobre todo en Brasil, sigue siendo demasiado elevada. La pérdida de bosques es responsable de un 17% de las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por el ser humano, un 50% más que las producidas por los barcos, los aviones y el transporte terrestre combinados. 


Crimen organizado en los bosques globales


Existen pruebas que demuestran que una parte importante de las pérdidas de bosques está relacionada con la tala ilegal y con el crimen organizado, sobre todo, en zonas tropicales como las cuencas del Amazonas y del Congo, o el Sudeste asiático. 


De hecho, un informe reciente del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) e Interpol, Green Carbon: Black Trade, estima que entre un 50 y 90% de la tala en estas zonas clave es ilegal, un comercio criminal por valor de entre 30 y 100 mil millones de dólares al año en todo el mundo. 


Las operaciones ilegales, incluyendo los sobornos y el pirateo de bases de datos gubernamentales, son cada vez más sofisticadas. Leñadores y comerciantes viajan rápidamente de unos países a otros para evitar los controles policiales locales e internacionales, lavando la madera al mezclarla con madera legalmente talada, o haciendo pasar madera procedente de bosques silvestres por madera de plantación. 


Con el incremento del crimen organizado en relación con los bosques, están aumentando también crímenes como los asesinatos. La creciente implicación de cárteles criminales debería ser motivo de grave preocupación para las comunidades, las empresas, los conservacionistas y todos los actores relacionados con los bosques.


Pero también hay buenas noticias que podrían finalmente ayudar a tomar medidas contra los criminales y contra el expolio de los recursos naturales —recursos que a menudo constituyen “el PIB de los pobres”. 


El quinto informe del PNUMA Perspectivas del medio ambiente mundial (GEO-5), registró un descenso en las tasas de deforestación en la Amazonía brasileña de 25.000 kilómetros cuadrados a 5.000 al año, que responde en parte a una aplicación de la ley más ágil y decidida. Mientras, en Indonesia, el presidente Susilo Bambang Yudhoyono ha aprobado una ley sobre nuevas talas de bosques que ha contribuido a reducir la deforestación y las actividades ilegales en la región. 


Las empresas también han empezado a responder. Recientemente, la compañía Asia Pulp and Paper anunció que no volvería comprar madera procedente de la deforestación de los bosques naturales. 


INTERPOL y el PNUMA a través del Centro GRID Arendal en Noruega, han puesto también marcha un proyecto piloto llamado Asistencia en la aplicación de la ley en los bosques (LEAF, por sus siglas en inglés) para impulsar un sistema internacional contra el crimen organizado. 


Comienza la revolución tecnológica 


La pieza final de este rompecabezas puede estar emergiendo, con la puesta en marcha de alertas rápidas en línea, especialmente en lugares remotos. 


Hasta ahora, en el momento en que se pueden visualizar las imágenes de deforestación tomadas por satélite, los criminales ya se encuentran lejos. El ganado ya pace entre troncos talados, se ha establecido la plantación ilegal de palma de aceite y la compañía puede haber recibido ya apoyo financiero por servicios ecosistémicos —ahora degradados y desaparecidos. Los mapas forestales más recientes de Indonesia, producidos con datos de satélites Landsat, tardaron tres años en estar disponibles en línea desde el momento de la captación de datos. Algo que no resulta extraño dado que normalmente producir un mapa nacional de cobertura boscosa suele llevar de tres a cinco años. 


Sin embargo, todo esto podría cambiar gracias a la ayuda de una alianza puesta en marcha por el World Resources Institute, que cuenta con socios como el PNUMA, empresas y ONG de todo el mundo. 


Global Forest Watch 2.0, que será lanzada el próximo año, aprovechará la tecnología de teledetección para mostrar en una plataforma sencilla imágenes en alta resolución y casi en tiempo real de zonas deforestadas. El sistema dará alertas globales de deforestación para identificar talas ilegales y puntos críticos de deforestación, gracias a la combinación de datos obtenidos por satélite y de redes sociales.


Tecnologías como Global Forest Watch 2.0 tienen el potencial de democratizar la gestión y protección de los bosques. Imaginemos que un analista de un grupo de conservación forestal en Yakarta recibe una alerta a través de las redes sociales sobre una zona que ha sufrido deforestación. Lo notificará a las autoridades, que acudirán al lugar para tomar fotografías y subirlas al servidor, iniciando un esfuerzo para salvar el parque y detener a los leñadores ilegales. 


O imaginemos a la vicepresidenta de Sostenibilidad de una empresa global, encargada de asegurarse de que la empresa compra aceite de palma a proveedores responsables. Tiene dudas sobre un proveedor en Ecuador, cuyas plantaciones están localizadas en un hábitat forestal crítico. Entra en el nuevo sistema en línea y descubre que ha habido tala de bosque primario en el pasillo crítico vedado. La compañía puede suspender las compras inmediatamente y utilizar esa información para enfrentarse al proveedor. 


Solo el tiempo dirá si estas tecnologías marcarán un cambio importante. Pero, mientras el mundo celebra el primer Día Internacional de los Bosques, es alentador comprobar la existencia de estas poderosas alianzas entre Gobiernos, empresas, organizaciones de la sociedad civil y agencias encargadas de aplicar la ley, todos ellos decididos a acabar con la tala ilegal. Es el momento de volver a poner las oportunidades de tener bosques sanos y una economía verde en las manos de la gente.


Para más información: 
Alejandro Laguna - Oficial de Información y Comunicaciones
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Oficina Regional para América Latina y el Caribe.
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