Un nuevo informe de la FAO se centra en las inversiones en los países en desarrollo y pide cautela ante la compra de tierras a gran escala


La agricultura es vista por la FAO, clave para la inversión extranjera.
13 de noviembre de 2012, Roma - Las inversiones internacionales que conceden a los agricultores locales un papel activo y les permiten continuar con el control de sus tierras tienen efectos más positivos sobre la economía local y el desarrollo social, según un nuevo informe de la FAO publicado hoy. 

El informe Tendencias e impactos de la inversión extranjera en la agricultura de los países en desarrollo hace hincapié en que los proyectos de inversión que combinan los puntos fuertes del inversor (capital, experiencia en gestión y comercialización y tecnología) con los de los agricultores locales (mano de obra, tierra, conocimientos locales) son los que tienen más éxito. 

Los modelos de negocio que dejan a los agricultores con el control de su tierra suponen un incentivo para invertir en mejoras de la tierra, al tiempo que favorecen el desarrollo sostenible. La publicación presenta una serie de estudios de caso que evidencian el impacto de la inversión extranjera en África y Asia, incluyendo compras de tierras a gran escala, lo que a menudo se conoce como "acaparamiento de tierras". 

"Aunque varios estudios documentan los efectos negativos de la adquisición de tierras a gran escala en los países en desarrollo, hay muchos menos sobre sus beneficios para el país receptor, especialmente a corto plazo y a nivel local", dice el informe. "Para las inversiones que implican la adquisición de tierras a gran escala en países donde los derechos de la tierra son confusos y precarios, las desventajas superan a menudo a los escasos beneficios para la comunidad local", explica el documento. 

El informe advierte que "debe evitarse la adquisición de tierras ya en uso para establecer nuevas explotaciones de gran tamaño y hay que considerar otras formas de inversión." 

Dudas sobre la creación de empleo 

En las inversiones en tierras a gran escala, el principal tipo de beneficio parece radicar en la creación de empleo, pero hay dudas sobre los beneficios netos y la sostenibilidad de los empleos creados. "En varios proyectos el número de empleos fue inferior a lo que se anunció inicialmente ... y en algunos, incluso los empleos poco cualificados fueron ocupados en su mayor parte por no residentes". 

La inversión extranjera en tierras agrícolas en los países en desarrollo se ha incrementado notablemente en la última década, según el informe. Las tierras adquiridas tienden a estar entre las mejores disponibles, con suelos de buena calidad y riego. 

Pero como la mayoría de los proyectos de inversión extranjera apuntan a los mercados de exportación o la producción de biocombustibles "pueden suponer una amenaza para la seguridad alimentaria en países de bajos ingresos y con déficit de alimentos, especialmente si sustituyen a cultivos alimentarios que estaban destinados al mercado local". 

Los posibles efectos adversos incluyen el desplazamiento de los pequeños agricultores, la pérdida de pastizales para los pastores, la pérdida de ingresos y medios de subsistencia de la población rural y la degradación de los recursos naturales como la tierra, el agua y la biodiversidad. 

Entre las alternativas a la adquisición de tierras figuran la firma de contrato agrícolas, esquemas de subcontratación que dan a los agricultores una participación en el capital y joint ventures entre empresas de inversión y cooperativas de agricultores. 

Los modelos inclusivos de negocio requieren organizaciones locales eficaces que también representen a los grupos que a menudo son marginados, como las mujeres, los jóvenes, los campesinos sin tierra y los trabajadores migrantes. 

Las leyes nacionales y las instituciones son clave 

Las leyes nacionales y las instituciones que rigen la inversión agrícola y la tenencia de la tierra son fundamentales para determinar si tales inversiones tienen efectos positivos o negativos, señala el informe. 

Los países pueden obtener orientación de algunos acuerdos internacionales, como las Directrices voluntarias sobre la gobernanza responsable de la tenencia de la tierra, la pesca y los bosques en el contexto de la seguridad alimentaria nacional adoptadas en mayo de 2012 por el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CFS, por sus siglas en inglés). También son muy pertinentes los Principios Voluntarios para la Inversión Agrícola Responsable que respeten los derechos, medios de vida y recursos, propuestos conjuntamente por la FAO, el FIDA, la UNCTAD y el Banco Mundial. Además, el CFS está a punto de iniciar las consultas para desarrollar y dar una mayor participación a principios de inversión agrícola responsable que mejoren la seguridad alimentaria y la nutrición. 

Mientras que la inversión agrícola es la estrategia más importante y eficaz para reducir la pobreza en las zonas rurales, "el reto para los responsables políticos, organismos de desarrollo y comunidades locales es maximizar los beneficios de la inversión agrícola extranjera y reducir al mínimo sus riesgos", dice el informe. 

Aumenta la inversión extranjera directa 

La FAO calcula que se necesitan inversiones por valor de más de 80 000 millones de dólares EEUU al año para mantenerse el ritmo del crecimiento de la población y los ingresos, y alimentar a más de 9 000 millones de personas en 2050. 

Aunque la inversión extranjera directa ha aumentado de manera significativa, especialmente en Asia y Latinoamérica en la última década, tan sólo un pequeño porcentaje se destina a la agricultura, menos del cinco por ciento en África sub-sahariana. Sin embargo, esto representa una oportunidad, dado el alto potencial de crecimiento, especialmente gracias a los elevados precios de los alimentos a nivel internacional. 

"Es importante que toda inversión internacional genere beneficios para el desarrollo del país receptor ... si esas inversiones han de ser beneficiosas para todos", concluye en el prólogo al informe David Hallam, Director de la División de Comercio y Mercados de la FAO.