Alrededor de 2.500 millones de personas carecen de saneamiento básico.

Según estimaciones, 1.100 millones defecan al aire libre y más de 5.000 personas, en su mayoría niños y niñas, mueren cada día por enfermedades relacionadas con el agua, el saneamiento y la higiene.

Alcanzar que mayor número de personas tengan acceso es tarea pendiente.
Alrededor de 2.500 millones de personas carecen de saneamiento básico, 1.100 millones defecan al aire libre y más de 5.000 personas, en su mayoría niños y niñas, mueren cada día por enfermedades relacionadas con el agua, el saneamiento y la higiene. Los datos son extraídos de la publicación en el portal http://www.canalsolidario.org.
Cada año, 60 millones de niños y niñas nacen en hogares sin acceso a saneamiento, lo que compromete su salud y dignidad, pero también su educación, al incrementarse las ausencias a la escuela por enfermedades diarreicas, los ingresos familiares debido a las bajas laborales y la disminución de la productividad, o su seguridad personal, al tener que hacer sus necesidades en el exterior en zonas en conflicto.
Algo tan imprescindible en nuestro entorno como un inodoro y otros sistemas de saneamiento más básicos están fuera del alcance de 2.500 millones de personas en todo el mundo. Además, más de 1.000 millones tienen que hacer sus necesidades a diario al aire libre, al carecer de ningún sistema de saneamiento, con las consecuencias antes mencionadas.
Esto está pasando en pleno siglo XXI, en la era de los smartphones y los trenes de alta velocidad.
El saneamiento está reconocido por Naciones Unidas como un derecho humano, y a pesar de ello la meta de los Objetivos de Desarrollo del Milenio relacionada con el mismo está muy lejos del objetivo perseguido en 2015, que es tan solo reducir a la mitad la proporción de personas con acceso a saneamiento básico.
Esta situación es inaceptable, y requiere de determinación para promover políticas e infraestructuras a nivel mundial coherentes con el derecho humano al saneamiento, destinando para ello los recursos necesarios. La vida y la dignidad de millones de personas en todo el mundo están en juego.