Un nuevo informe analiza la “revolución silenciosa” de las cadenas de valor mejoradas y el papel dinámico de las ciudades de menor tamaño



27 de marzo de 2017, Roma - La gestión sostenible de la urbanización plantea nuevos desafíos y oportunidades para remodelar los sistemas alimentarios y agrícolas, de forma que beneficien tanto a las ciudades como al campo, concluye un nuevo informe presentado por el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI) y la FAO.

"Atender la creciente demanda urbana de alimentos puede incrementar los ingresos de los pobres de las zonas rurales, que en su mayor parte basan su sustento en la pequeña agricultura familiar", aseguró el Director General de la FAO, José Graziano da Silva. "Esto podría generar –añadió- perspectivas de empleo y desarrollo muy necesarias para aquellas personas que permanezcan en el campo de los países en desarrollo, al tiempo que facilitará el acceso a alimentos más saludables en las ciudades".

"Pero la creciente demanda urbana no beneficiará de forma automática a los pequeños campesinos, por lo que debemos buscar soluciones que aprovechen las oportunidades y eviten el lado negativo de una mayor urbanización", explicó Graziano da Silva, destacando la presión que ejercerán los previsibles cambios sobre las necesidades nutricionales, unos escasos recursos naturales, el empleo y los ingresos, la migración y otros factores destacados.

El Informe de políticas alimentarias mundiales del IFPRI -al que la FAO ha contribuido con la sección principal-, aborda una amplia gama de cuestiones relacionadas con la urbanización. El crecimiento de la población urbana será especialmente notable en África, ya que la mayor de los habitantes del continente –cada vez más numerosos- vivirá en ciudades en 2030. A nivel mundial, unos 2 500 millones más de personas residirán en zonas urbanas que en la actualidad. El 90 por ciento de este aumento corresponderá a África y Asia.

"Los pobres urbanos son más vulnerables que los rurales a las fluctuaciones de los precios alimentarios, y destinan un porcentaje mayor del presupuesto familiar a comprar alimentos", señaló por su parte Shenggen Fan, Director General del IFPRI, un instituto de investigación sin ánimo de lucro que forma parte de la red del Grupo Consultivo sobre Investigaciones Agrícolas Internacionales (CGIAR).

Reconstruir la cadena de valor 
Una manera de fomentar avances mutuamente beneficiosos, tanto para las áreas urbanas como rurales, es desarrollar cadenas de valor y hacer que los sistemas alimentarios sean más eficientes e inclusivos, según el informe.

Mejores carreteras, una electrificación extensa y fiable, transporte refrigerado y mejores instalaciones de almacenamiento son clave para que esto suceda, recordó Graziano da Silva, señalando que esa transformación llevará también a los agricultores a producir alimentos de mayor valor y más nutritivos, algo esencial para nutrir de forma adecuada a la creciente población urbana.

Las dudas sobre la calidad de los alimentos producidos localmente por los residentes urbanos en muchos países en desarrollo, hacen que exista a menudo una mayor preferencia por los productos importadas, según el informe. Una mejor integración vertical de la cadena de valor alimentaria interna -que requiere mejoras en el procesado, molienda, limpieza, comercialización, empaquetado, etiquetado e incluso los supermercados- podría remediarlo. Este esfuerzo generaría gran cantidad de empleos en el sector agroalimentario y potenciaría la capacidad del sector agrícola para realizar inversiones que aumenten la productividad.

El informe muestra cómo los agricultores obtienen mayor beneficio cuando cerca de sus explotaciones se desarrollan actividades no agrícolas. Por esta razón, promover el papel de las ciudades intermedias -que pueden desempeñar un papel catalizador mediando en los vínculos rural-urbanos-, debería ser una cuestión clave para los responsables de la formulación de políticas. En este sentido existen evidencias de que la cercanía de ciudades más pequeñas tiende a proporcionar a los pequeños campesinos mayores oportunidades de comercializar sus productos y compartir los beneficios del crecimiento económico. Las urbes de menor tamaño resultan además destinos de migración que pueden servir mejor a los pobres rurales para escapar de la pobreza que las grandes ciudades.

"Las ciudades de tamaño intermedio pueden ser, la mayor parte de las veces, promotoras eficaces del desarrollo rural", aseguró el Director General de la FAO. Unos vínculos solidos entre las zonas rurales y urbanas permiten además a los migrantes mantener lazos más estrechos con sus redes familiares, mientras que si estos lazos se rompen, salen perjudicadas tanto las zonas rurales como las urbanas.

Una revolución silenciosa 
Los expertos han examinado las cadenas de valor rural-urbanas que suministran sus principales alimentos básicos - papa, arroz y tef- a las ciudades en Bangladesh, China, India y Etiopía, y encontrado que estamos ante una "revolución silenciosa".

Los agricultores están empleando nuevos insumos y, en muchos casos, prefieren variedades de mayor calidad que las de mayor rendimiento, para responder a la demanda de consumidores urbanos dispuestos a pagar precios elevados. Proliferan además nuevas técnicas en el sector de la post-producción, como el almacenamiento en frío a gran escala utilizado por los pequeños campesinos en la India y Bangladesh, cuyo uso fomenta también los sistemas locales de crédito y permite a los agricultores acceder a semillas e insumos mejorados. Otro ejemplo es la rápida aparición de arroz envasado y de marca en China. 
En resumen, crear mejores infraestructuras rurales es rentable tanto para los agricultores como para los residentes en las ciudades.