Un nuevo libro examina con espíritu crítico la mecanización agraria
17 de enero de 2014, Roma – La maquinaria agrícola ha revolucionado la agricultura y aliviado la ardua labor de millones de familias y trabajadores agrícolas, pero la maquinaria del mañana tendrá que aportar algo más, ya que deberá contribuir también a una agricultura que sea sostenible para el medio ambiente.
Un nuevo libro de la de la FAO, Mecanización para el desarrollo rural: estudio de modelos y evolución en el mundo, (Mechanization for Rural Development, A review of patterns and progress from around the world) explora el inexorable aumento de la utilización de maquinaria en la actividad agrícola, extrayendo lecciones para los responsables de la formulación de políticas y economistas de países que han logrado grandes avances y también de otros que se han quedado atrás.
Un nuevo libro de la de la FAO, Mecanización para el desarrollo rural: estudio de modelos y evolución en el mundo, (Mechanization for Rural Development, A review of patterns and progress from around the world) explora el inexorable aumento de la utilización de maquinaria en la actividad agrícola, extrayendo lecciones para los responsables de la formulación de políticas y economistas de países que han logrado grandes avances y también de otros que se han quedado atrás.
Por ejemplo, Bangladesh pasó de utilizar la fuerza humana y los bueyes en la década de 1970 para convertirse en una de las economías agrícolas más mecanizadas en el sur de Asia, con 300 000 motocultores de baja potencia, un millón de bombas de riego con motor diesel y el uso generalizado de trilladoras mecánicas.
África, que cuenta en comparación con recursos de tierra más abundantes, tiene menos del 10 por ciento de servicios de mecanización motorizados. Alrededor del 25 por ciento de la energía agrícola procede de animales de tiro y más del 60 por ciento de energía humana, sobre todo de mujeres, ancianos y niños.
Mecanización para el desarrollo rural extrae lecciones de estas tendencias, con estudios en profundidad de la mecanización en países y regiones de África, Asia, Oriente Próximo, Sudamérica y Europa del Este, junto a capítulos sobre temas como las necesidades de desarrollo, fabricación e intercambio de información.
“El libro indaga en muchos aspectos de la mecanización agrícola, no sólo en cómo la maquinaria contribuirá a un futuro sostenible para el medio ambiente, sino también qué políticas pondrán las máquinas al servicio de la agricultura familiar, para que también pueda beneficiarse de ellas”, explicó Ren Wang, Director General Adjunto de la FAO al frente del Departamento de Agricultura y Protección del Consumidor.
El futuro de la agricultura
La publicación mira también hacia el futuro, argumentando que el diseño de la maquinaria agrícola debe evolucionar en paralelo con la implantación de la Intensificación sostenible de la producción agrícola (ISPA). Ello implica una menor cantidad de productos químicos y un uso más eficiente del agua y de la maquinaria.
La maquinaria agrícola tiene que ser inteligente, robusta, precisa y eficiente con el fin de minimizar el impacto sobre el suelo y el paisaje. Dos de las actividades agrícolas que tienen mayor impacto en el medio ambiente son la labranza del suelo -que puede dañar seriamente su ecología- y la aplicación de plaguicidas.
La agricultura de conservación se basa en reducir o eliminar la labranza del suelo y el uso de plaguicidas. Los campos sin arar mantienen una capa de mantillo con residuos de los cultivos para combatir las malezas, conservar la humedad del suelo y evitar su alteración,
Se necesita maquinaria especial para plantar semillas y aplicar el fertilizante a través del mantillo a la profundidad correcta y sin alterar los residuos agrícolas. Una ventaja añadida de este tipo de mecanización es que, sin la necesidad de labranza en profundidad, pueden utilizarse tractores de menor potencia y por lo tanto más baratos. Esta maquinaria más ligera tiene también la ventaja de no compactar y por lo tanto no dañar el suelo como lo haría un tractor pesado.
El uso de productos agroquímicos para el manejo de plagas de insectos, enfermedades y malas hierbas puede tener un impacto importante sobre el medio ambiente. Además de reducir el uso de plaguicidas en general a través del manejo integrado de plagas, incluido el control biológico, cuando son necesarios productos químicos permite utilizarlos con mayor precisión, ya que se estima que alrededor del 50 por ciento de todos los plaguicidas que se aplican no alcanzan el objetivo previsto. Existen muchas innovaciones tecnológicas para solucionar este problema, por ejemplo, boquillas de baja deriva y deflectores.
Según el libro, tecnologías como los micro aspersores o el riego por goteo -que ahorran agua y consumen menos energía- señalan la evolución futura de formas de irrigación respetuosas con el medio ambiente.
Combatir la pobreza
Mecanización para el desarrollo rural defiende que las políticas gubernamentales deben fomentar que el sector de la maquinaria agrícola desarrolle mercados para esta maquinaria, en especial para la agricultura de conservación, y establecer las infraestructuras necesarias.
"Este apoyo, sobre todo al sector de los agricultores en pequeña escala, puede tener un enorme impacto al sacar a familias campesinas desde la pobreza hacia una agricultura más rentable, de carácter comercial”, aseguró el autor principal del libro, Josef Kienzle.
“La industria mundial de maquinaria agrícola –añadió- debe dar más apoyo a los pequeños agricultores, diseñando equipos y modelos que se adapten mejor a sus necesidades y las de los proveedores de servicios”.
“Sin este cambio en el sector de la maquinaria, no es posible atender las necesidades de los países en desarrollo en materia de seguridad alimentaria, mitigación de la pobreza, crecimiento económico y protección del medio ambiente”, concluyó Kienzle.
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