Los países africanos acuerdan frenar el comercio ilegal de madera en la cuenca del Congo

Un gran paso adelante en el desarrollo legal y sostenible de la industria maderera

23 de octubre de 2013, Brazzaville/Roma – Los gobiernos de los principales países productores de madera de África, junto a representantes de la industria maderera y la sociedad civil, han acordado combatir conjuntamente el comercio ilegal de madera en la Cuenca del Congo, según informó hoy la FAO tras una reunión internacional del sector en Brazzaville.
Con una superficie de 300 millones de hectáreas, la cuenca del Congo alberga el segundo mayor bosque tropical del mundo. También es un importante proveedor de madera ilegal, parte de un comercio mundial que para los gobiernos supone unos 10 000 millones de dólares EEUU al año en ingresos fiscales perdidos en todo el mundo.
En un foro internacional celebrado en la capital de Congo, Brazzaville, entre los días 21 y 22 de octubre, representantes de seis países africanos -la República del Congo, Camerún, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Côte d' Ivoire y Gabón- adoptaron la Declaración de Brazzaville, que marca un compromiso sin precedentes para el desarrollo sostenible y legal de la industria maderera en la región.
La Declaración fue adoptada conjuntamente con los representantes de la industria maderera y las organizaciones de la sociedad civil. Compromete a los firmantes a implementar medidas que mejoren el seguimiento de los productos madereros, la transparencia y la gobernanza forestal.
"Debemos asegurarnos que nuestros recursos forestales contribuyen al desarrollo de los países de esta región", aseguró Raymond Mbitikon, Secretario Ejecutivo de la Comisión de Bosques del África Central (COMIFAC). “Esto es –añadió- lo que se pretende lograr con la Declaración de Brazzaville".
Cambios en las demandas del consumidor
La Declaración es el resultado de un amplio y prolongado debate entre los actores clave en la industria maderera y forestal, así como los socios regionales e internacionales, entre ellos la Asociación Técnica Internacional de las Maderas Tropicales (ATIBT), el Instituto Forestal Europeo (EFI), la Unión Europea (UE) y la FAO, en particular a través de sus esfuerzos conjuntos para avanzar en el proceso para la aplicación de las leyes, la gobernanza y el comercio en el sector forestal (conocido como proceso FLEGT, siglas en inglés de Forest Law Enforcement, Governance and Trade).
"El programa FLEGT vincula la demanda cada vez mayor de los consumidores de productos madereros social y ambientalmente favorables a través de la colaboración entre los países productores y los consumidores”, explicó Robert Simpson, responsable del programa FLEGT UE-FAO. "En última instancia –dijo-, pretende asegurar que los bosques sigan siendo productivos, y al mismo tiempo permanezcan intactos".
En 2003 la UE adoptó un Plan de Acción FLEGT, promoviendo medidas concretas para detener el comercio ilegal de madera. Entre ellas se incluyen tecnologías para rastrear el origen de la madera, la creación de equipos y monitores forestales comunitarios para vigilar las actividades de tala, así como los acuerdos jurídicamente vinculantes -conocidos como Acuerdos Voluntarios de Asociación- entre la UE y los países productores de madera, que establecen mecanismos para distinguir entre madera talada legal e ilegalmente.
Segundo bosque tropical del mundo
"La Declaración de Brazzaville puede ayudar a ralentizar el ritmo de deforestación en la región", señaló Olman Serrano, experto forestal de la FAO, quien explicó que según cálculos de la Organización de la ONU, la pérdida neta de bosques en la cuenca del Congo fue de unas 700 000 hectáreas anuales en el período 2000-2010.
La cuenca del Congo no es solo el segundo bosque tropical más grande del mundo después de la Amazonia, sino también un recurso clave para estabilizar el clima mundial.
Investigaciones recientes demuestran que las especies de árboles de la cuenca del Congo son más grandes en altura de media que sus equivalentes en el Amazonas, lo que sugiere que los bosques africanos pueden ser un almacén de carbono mayor y un recurso clave para la gestión forestal productiva y sostenible.