Un nuevo estudio destaca el uso de los insectos como alimento
José Graciano Da Silva. |
Roma, 13 de mayo de 2013 - Los bosques, los árboles en las explotaciones agrícolas y los sistemas agroforestales son fundamentales en la lucha contra el hambre y deben estar mejor integrados en las políticas de seguridad alimentaria y de uso del suelo, afirmó hoy el Director General de FAO, José Graziano da Silva, en la Conferencia Internacional sobre los Bosques para Seguridad Alimentaria y Nutricional que se celebra en Roma (13-15 de mayo).
"Los bosques contribuyen al sustento de más de mil millones de personas, incluyendo muchas de las más necesitadas del mundo. Los bosques proporcionan alimentos, combustible para cocinar, forraje para los animales e ingresos para comprar comida", explicó Graziano da Silva.
"Los animales silvestres y los insectos –dijo- son a menudo la principal fuente de proteínas para la población en las zonas forestales, mientras que hojas, semillas, hongos, miel y frutas proporcionan minerales y vitaminas, garantizando una dieta nutritiva".
"Pero los bosques y los sistemas agroforestales son rara vez tenidos en cuenta en las políticas de seguridad alimentaria y de uso de la tierra. A menudo, la población rural no tienen derechos de acceso seguro a los bosques y árboles, poniendo su seguridad alimentaria en peligro. La importante contribución que los bosques pueden hacer a la seguridad alimentaria y la nutrición de la población rural debe ser mejor reconocida", añadió el responsable de la FAO.
Un recurso desperdiciado
Los insectos son una fuente importante y fácilmente accesible de alimentos nutritivos y ricos en proteínas que se encuentra en los bosques, según afirma un nuevo estudio presentado por la FAO en Conferencia Internacional sobre los Bosques para la Seguridad Alimentaria y Nutricional. Se calcula que los insectos forman parte de las dietas tradicionales de al menos 2 000 millones de personas. La recolección y cría de insectos pueden generar empleos e ingresos en efectivo, hasta ahora sobre todo a nivel familiar, pero también potencialmente a nivel industrial.
Una asombrosa variedad
Con cerca de un millón de especies conocidas, los insectos representan más de la mitad de todos los organismos vivos clasificados hasta ahora en el planeta.
Según la investigación de la FAO -realizada en colaboración con la Universidad de Wageningen (Países Bajos)-, los seres humanos consumen en el mundo más de 1 900 especies de insectos. A nivel mundial, los más consumidos son: escarabajos (31 por ciento), orugas (18 por ciento), abejas, avispas y hormigas (14 por ciento), y saltamontes, langostas y grillos (13 por ciento). Muchos insectos son ricos en proteínas y grasas buenas y tienen un elevado contenido en calcio, hierro y zinc. La carne de vacuno tiene un contenido de hierro de 6 mg por 100 g de peso en seco, mientras que el contenido en hierro de las langostas varía entre 8 y 20 mg por 100 g de peso en seco, dependiendo de la especie y el tipo de alimentos que los propios insectos consumen.
Primeros pasos para los aprensivos
"No estamos diciendo que la gente debe comer bichos", subrayó Eva Muller, Directora de la División de Economía, Políticas y Productos Forestales de la FAO, y coautora del informe "Insectos comestibles: perspectivas de futuro para la seguridad alimentaria y alimentación para el ganado''.
"Lo que decimos es que los insectos son sólo uno de los recursos que brindan los bosques, y que se encuentra prácticamente por explotar su potencial como alimento, y sobre todo, como pienso", explicó Muller.
Criar insectos de forma sostenible puede ayudar a evitar la sobreexplotación forestal. Algunas especies, como el gusano de la harina, ya se producen a nivel comercial, ya que se utilizan en como alimentos para mascotas, en los zoológicos y en la pesca recreativa. Si la producción estuviera a ser más automatizada, se podrían bajar los costes a un nivel en el que la industria se beneficiaría de la sustitución de harina de pescado, por ejemplo, con harina de insectos en la alimentación del ganado. La ventaja sería un aumento del suministro de pescado para el consumo humano.
Crecer con menos
Debido a que son de sangre fría, los insectos no utilizan energía alimentaria para mantener la temperatura corporal. En promedio, los insectos utilizan sólo 2 kg de pienso para producir 1 kilo de carne de insectos. En el otro extremo del espectro, una vaca requiere 8 kg de pienso para producir 1 kg de carne de vacuno.
Además, los insectos producen una reducida cantidad de emisiones como metano, amoníaco, gases de efecto invernadero –que originan el calentamiento climático- y de estiércol, todo lo cual contamina el medio ambiente. De hecho, los insectos pueden ser utilizados para descomponer los desechos, ayudando en los procesos de compostaje que devuelven los nutrientes a la tierra a la vez que reducen los malos olores.
Hacen falta políticas adecuadas
Sin embargo, la legislación de la mayoría de las naciones industrializadas impide alimentar con residuos, estiércol líquido o desechos alimentarios a los animales, a pesar de los insectos se alimentan normalmente de estos materiales. Será necesario investigar más, especialmente en lo que respecta a la cría de insectos aprovechando el vertido de residuos. Sin embargo, los científicos saben bien que los insectos son tan diferentes de los mamíferos a nivel biológico, que es muy poco probable que las enfermedades de los insectos se transmitan a los seres humanos.
Existen regulaciones que a menudo prohíben utilizar insectos en los alimentos para el consumo humano, aunque con un número creciente de tiendas de alimentos y restaurantes novedosos que surgen en los países desarrollados, parece haber una gran tolerancia.
Al igual que con otros tipos de alimentos, la producción higiénica, el procesado y la producción de alimentos serán importantes para evitar el crecimiento de bacterias y otros microorganismos que pudieran afectar a la salud humana. Las normas de inocuidad alimentaria pueden ampliarse para incluir los insectos y los productos a base de insectos, y las normas de control de calidad a lo largo de la cadena de producción serán fundamentales para lograr la confianza del consumidor en los alimentos y piensos que contengan o que procedan de insectos.
"El sector privado está dispuesto a invertir en la cría de insectos. Tenemos grandes oportunidades por delante", aseguró Paul Vantomme, uno de los autores del informe. "Pero hasta que no haya claridad en el ámbito jurídico –advirtió-, ninguna empresa importante va a asumir el riesgo de invertir dinero si las leyes siguen siendo poco claras o incluso obstaculizan el desarrollo de este nuevo sector".
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