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Aunque es necesario adoptar decisiones cruciales inmediatamente después de un desastre, las resoluciones y acciones que hacen la diferencia son las que vienen de mucho antes.

Eran las 14.46, hora de la ciudad de Washington, cuando uno de los mayores terremotos jamás registrados sacudió la costa del Pacífico de Japón el 11 de marzo, hace exactamente dos años. El sismo duró seis interminables minutos, generando un tsunami devastador que causó la muerte de innumerables personas y destruyó incalculables medios de sustento. Dos años más tarde, las trágicas imágenes todavía están en nuestras mentes.
Japón tiene una tradición de siglos de gestión del riesgo de desastres, (i) debido a que es una de las áreas más activas geológicamente en el mundo. Esa historia salvó vidas y previno daños.
Sendai strawberry grower

En los alrededores de Sendai, la agricultura y otros negocios se recuperan al mismo tiempo que las comunidades. Las pérdidas económicas de los desastres se estimaron en un US$ 210 mil millones.
Inmediatamente después de un desastre, se deben adoptar decisiones cruciales pero las resoluciones y  acciones que hacen la diferencia son las que vienen de mucho antes, esto es las decisiones de: invertir en la gestión del riesgo de desastres, diseñar infraestructura que pueda soportar terremotos y reforzar los sistemas de alerta temprana.
“Si no invertimos en resiliencia, simplemente no podemos permitirnos continuar la senda del desarrollo de la manera en que lo hacemos. Cientos de millones de personas más van a fallecer en las próximas décadas.  Debemos cambiar esto”, dijo (i) la vicepresidenta de Desarrollo Sostenible del Banco Mundial, Rachel Kyte.
Alto costo de los desastres
Mientras la experiencia japonesa es un recuerdo de que ningún país —rico o pobre— está inmune a los impactos de los desastres, las estadísticas muestran que las naciones pobres y vulnerables son las que más sufren. El cambio climático (i) está aumentando el riesgo.
En los últimos años se han observado las pérdidas a causa de desastres más altas jamás registradas , continuando con una tendencia de un aumento continuo de los costos económicos. Desde 1980, los costes de las catástrofes en los países en desarrollo ascendieron a US$1,2 billones, alrededor de un tercio de toda la ayuda oficial para el desarrollo. Durante ese mismo periodo, solo el 9% del total de desastres se produjo en las naciones de ingreso bajo  pero en estas se registró el 48% de las muertes.
Rebuilding Ishinomaki

El Banco Mundial y el Gobierno de Japón lanzaron un programa de intercambio de conocimientos para ayudar a los países más vulnerables a los desastres a aprender sobre mitigación de riesgos y experiencias sobre reconstrucción.
Mirando hacia adelante, en la medida que los países y las ciudades en el mundo en desarrollo crecen a un ritmo récord —y, junto con ellos, la exposición a los desastres—, existe una oportunidad única para invertir en la capacidad de adaptación y lograr una vía de crecimiento sostenible.
Incorporación de la gestión del riesgo de desastres
Tras un compromiso hecho en Sendai, (i) el Banco Mundial está intensificando sus programas de gestión del riesgo de desastres para apoyar a los países en desarrollo mientras ellos se esfuerzan por tener una mejor capacidad de adaptación a los peligros naturales.
La resiliencia a los desastres se está convirtiendo ahora en un elemento central en el diseño de los programas de desarrollo del Banco Mundial; más de dos tercios de las Estres (US$7.900 millones) y 68 operaciones de reconstrucción (US$3.800 millones), lo que asciende a poco más del 5,3% de su cartera total.
Como no todos los riesgos pueden ser mitigados, el Banco Mundial también apoya a los países en la medida en que ellos desarrollan su capacidad de enfrentar los impactos de los desastres, especialmente mediante el fortalecimiento de su capacidad de recuperación financiera. Por ejemplo, la institución estableció recientemente la Iniciativa para la Evaluación y el Financiamiento de Riesgos de Catástrofe en el Pacífico mediante una alianza con el Gobierno de Japón, la Secretaría de la Comunidad del Pacífico, el Banco Asiático de Desarrollo y el Fondo Mundial para la Reducción de los Desastres y la Recuperación (GFDRR, por sus siglas en inglés). Con sus asociados, el Banco creó una base de datos de más de 2 millones de activos potencialmente en riesgo de ser afectados por peligros naturales en la región de Asia oriental y el Pacífico. A partir de esta información, y con el apoyo de la Asociación Internacional de Fomento (AIF ), el fondo del Banco Mundial para los más pobres, y del Gobierno de Japón, los países del Pacífico han conseguido acceso al seguro de riesgos de catástrofes.
En el escenario global, el Banco Mundial está configurando el diálogo internacional de políticas sobre la resiliencia a través de plataformas, tales como el Diálogo de Sendai y el Grupo de los Veinte (G-20). Con sus asociados en el GFDRR, el Banco ayuda a movilizar a la comunidad del desarrollo para que invierta en el fortalecimiento de la capacidad de adaptación como un elemento esencial del desarrollo sostenible.INFORMAIÓN RELACIONADA
Fotos: Instituto Internacional de Investigación de Gestión de Riesgos, Universidad de Tohoku





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