Casos en Costa Rica, Ecuador, México, República Dominicana y Uruguay fueron destacados como ejemplos de trabajo conjunto en mitigación y adaptación, en un foro técnico del IICA.
La clave, adaptar y mitigar ante el cambio climático. |
San José, Costa Rica, 15 de noviembre, 2012 (IICA). Alcanzar sinergias entre los sectores ambiental y agrícola es fundamental para tener éxito en la mitigación y adaptación al cambio climático, una prioridad para los países de América Latina y el Caribe, dada su vulnerabilidad ante este fenómeno.
“Las sinergias intersectoriales no son opcionales, son obligatorias”, dijo David Williams, gerente del programa de Agricultura, Recursos Naturales y Cambio Climático del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), al concluir un foro técnico realizado en San José, y transmitido a todo el hemisferio, en el que se compartieron ejemplos de alianzas de este tipo de Costa Rica, Ecuador, México, República Dominicana y Uruguay.
En estos países se ejecuta, desde 2011, un proyecto con recursos del Fondo de Cooperación Técnica del IICA (FonCT) para apoyar la generación de bienes públicos y sinergias entre los ministerios de Agricultura y Ambiente, que ayuden a reducir la vulnerabilidad del agro ante el cambio climático, a impulsar su adaptación y a mitigar los emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera.
“Las actividades agrícolas producen GEI y contribuyen al cambio climático, pero también pueden contribuir a su mitigación. Por eso, los sectores de ambiente y agricultura deben coordinar sus acciones”, manifestó Jeanette Cárdenas, coordinadora del proyecto.
Casos nacionales
Roberto Azofeifa, del departamento de producción sostenible del Ministerio de Agricultura y Ganadería de Costa Rica (MAG), destacó el trabajo que efectúan diversas instituciones y actores privados para desarrollar una Acción de Mitigación Nacionalmente Apropiada (NAMA, por sus siglas en inglés) en el sector cafetalero, con apoyo de cooperantes internacionales como el IICA y la agencia alemana GIZ.
“Hay una tendencia mundial hacia la producción y el consumo sostenibles, por lo que hay oportunidades para conseguir respaldo internacional e involucrar a las empresas”, afirmó.
La producción familiar de alimentos también promueve sinergias institucionales para mitigar la emisión de GEI, según David Sánchez, del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (MAGP) de Ecuador.
La estrategia del Gobierno ecuatoriano para reducir la malnutrición infantil persigue la creación de huertos familiares agroecológicos, un objetivo con contribuciones de diversos sectores: el Ministerio de Vivienda edifica casas con espacio suficiente para la huerta, los centros de salud capacitan a las madres en nutrición, en las escuelas los niños aprenden sobre esta materia y sobre agricultura, ecología y reciclaje, y los huertos proveen de alimentos sanos a los miembros del grupo familiar y a otros niños en condición de vulnerabilidad, a través de iniciativas comunitarias.
En México, el trabajo con pequeñas poblaciones es clave para la adaptación exitosa de la agricultura al cambio climático, de acuerdo con Rafael Obregón, de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO).
Obregón explicó que en sitios como Selva Lacandona, en el estado de Chiapas, estas comunidades están en contacto directo con cerca del 80% del capital natural, por lo que es indispensable integrarlas a las estrategias agrícolas de mitigación y adaptación. “Hay que lograr que estos territorios se involucren en programas de desarrollo sostenible”, manifestó.
La academia es otro elemento por considerar. Solhanlle Bonilla, investigadora del Instituto Tecnológico de Santo Domingo, en República Dominicana, afirmó que en este país el Estado y las universidades elaboran de manera conjunta medidas para fortalecer la agricultura ante el cambio climático.
La región del Bosque Modelo Yaque del Norte, agregó, es un ejemplo de este trabajo en equipo: el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología financia la creación de un sistema de tarifas hídricas, el de Medio Ambiente establece el modelo de pago por servicios ambientales y el de Agricultura vigila el manejo adecuado de los agroecosistemas de la zona, proveedora del 14% del producto interno bruto dominicano (PIB).
“Tres cuartas partes de ese aporte al PIB provienen de la agricultura”, añadió Bonilla.
En Uruguay, donde la ganadería, la agricultura y el sector forestal representan el 70% de las exportaciones, se lleva a cabo un proyecto para construir capacidades de adaptación al cambio climático entre pequeños productores vulnerables, indicó Walter Oyhantcabal, del Ministerio respectivo.
Al trabajar con redes locales de ganaderos se pretende promover el buen uso de pasturas naturales, las cuales secuestran carbono en los suelos, e incentivar el mantenimiento de coberturas boscosas en las fincas, de manera que se secuestre carbono en la biomasa.
“Algunas de estas experiencias las mostraremos en COP18, para ilustrar el beneficio de la cooperación entre los sectores agricultura y ambiente”, dijo David Williams, del IICA.
La COP18, o Conferencia de la Partes de la Convención Marco sobre el Cambio Climático, tendrá lugar en Doha, Catar, del 26 de noviembre al 7 de diciembre del 2012.
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