Científicos de la Agencia Espacial Europea colaboran con la FAO para combatir a la voraz langosta del desierto



13 de junio de 2017, Roma - La información procedente de los satélites se está usando de forma innovadora para predecir condiciones favorables para los enjambres de langostas del desierto, dentro de un proyecto de alerta temprana fruto de la colaboración de científicos de la Agencia Espacial Europea (ESA) y expertos en el combate de la plaga de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y la (FAO).
La nueva tecnología permitirá adelantar hasta en dos meses el tiempo de alerta ante la aparición de brotes de langostas.


En el marco del proyecto se utiliza información satelital -como la misión de la ESA para medir la humedad del suelo y la salinidad de los océanos (SMOS, por sus siglas en inglés)-, para vigilar las condiciones que pueden conducir a la formación de enjambres de langostas, como la humedad del suelo y la aparición de brotes verdes. Los enjambres se forman cuando un período de sequía viene seguido de lluvias abundantes y un crecimiento rápido de la vegetación.

“En la FAO contamos con un historial de décadas en la prevención de las plagas, trabajando estrechamente con los países en mayor riesgo para implementar medidas de control. Al unir nuestra experiencia con las capacidades satelitales de la ESA, podemos mejorar de manera notable unos pronósticos oportunos y precisos. Una alerta más temprana da a los países más tiempo para moverse con rapidez y poder así controlar un brote potencial y evitar pérdidas masivas de alimentos”, señaló Keith Cressman, experto de la FAO en la lucha contra la langosta.

“Las observaciones rutinarias del planeta desde los satélites del programa Copernicus Sentinel, junto con una política de información gratuita y abierta, son magníficos requisitos previos para una cooperación más estrecha con socios internacionales como la FAO y otras organizaciones de la ONU”, aseguró Josef Aschbacher, Director de Programas de Observación de la Tierra en la ESA. “Apoyamos firmemente-añadió- las actividades de investigación y desarrollo de estos organismos, que nos ayudan a innovar sin cesar en el uso de las observaciones satelitales”.

Cómo funciona

La humedad del suelo indica la cantidad de agua disponible para el crecimiento de la vegetación y las condiciones favorables para la reproducción de las langostas, y por lo tanto puede prever la presencia de insectos con entre 2 y 3 meses de adelanto. En el pasado, los pronósticos sobre las langostas basados en satélites procedían de la información sobre la vegetación verde, lo que significa que existían ya condiciones favorables para los enjambres de langostas, lo que permitía tan solo un período de alerta de un mes.

En el caso de Mauritania y del último brote ocurrido en 2016, por ejemplo, el equipo del proyecto fue capaz calcular un espacio de unos 70 días desde las primeras indicaciones de humedad del suelo hasta la aparición final del brote de langostas. Este tiempo adicional permitirá que las autoridades nacionales tomen las medidas adecuadas para combatir los brotes. 

“Tenemos ahora la posibilidad de prever el riesgo de un brote de langostas con uno a dos meses de antelación, y eso nos ayuda a establecer mejores controles preventivos”, explicó Ahmed Salem Benahi, responsable de Información del Centro Nacional de Lucha contra la Langosta de Mauritania.

Grave amenaza a la seguridad alimentaria

Las langostas del desierto son saltamontes que pueden formar grandes enjambres y suponen una grave amenaza para la producción agrícola, los medios de subsistencia y la seguridad alimentaria. Se encuentran principalmente en el Sáhara, la Península Arábiga y la India. El insecto resulta inofensivo, pero las bandadas pueden desplazarse a través de largas distancias y causar daños generalizados en los cultivos. Un enjambre de un km2 contiene unos 40 millones de langostas, que comen la misma cantidad de alimento en un día que unas 35 000 personas.

Durante la plaga de 2003-2005, más de 8 millones de personas se vieron afectadas en África occidental, con la destrucción de los cultivos de cereales y hasta el 90 por ciento de leguminosas y pastizales. Para lograr acabar con la plaga fueron necesarios casi 600 millones de dólares EEUU y 13 millones de litros de plaguicidas.