ENVIADO POR FRANCISCO G. CARNEIRO

¿Por qué los precios del petróleo están cayendo tan rápido?  ¿No han tocado fondo todavía?  ¿Debería preocuparnos que sigan cayendo? Estas son preguntas que probablemente cada ministro de Hacienda, ya sea en países ricos en petróleo o importadores de petróleo, esté tratando de responder.
 
No hace mucho tiempo, cuando en 2011 se producía la revolución de la primavera árabe en Oriente Medio, los precios del petróleo alcanzaron sus niveles más altos en décadas, superando los US$100 el barril.  Avanzamos rápidamente hasta enero de 2015 y lo que vemos son precios bajos y en descenso del petróleo que han caído en más de un 50 %, llegando a US$48 el barril.  Por el momento, la caída de los precios de la energía pueden ser vistos como una reducción de impuestos para el hogar medio y como una ganancia inesperada para muchos países, especialmente los que dependen fuertemente del petróleo para la generación de energía, como en el Caribe, por ejemplo.  Pero los exportadores de petróleo pueden enfrentar algunos desafíos con la caída del precio del combustible.
 
¿Qué hay detrás de la baja?
 
Sin duda, los precios del petróleo ya estaban en una tendencia a la baja en la segunda mitad de 2014, cuando los Estados Unidos y Canadá aumentaron su producción, contribuyendo a un incremento de la producción mundial y ayudando a que los precios cayeran.  Pero la gran caída fue provocada por la decisión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en noviembre de 2014 de mantener constante su suministro mundial en 30 millones de barriles por día.  En un solo día, el precio del Brent se redujo más de un 8 %.  Se cree que la decisión de la OPEP pudo estar fuertemente influenciada por Arabia Saudita, el mayor productor mundial de petróleo de la organización, que parece estar jugando el “juego de la gallina” con los productores de petróleo de los Estados Unidos, Canadá y Rusia.  La estrategia subyacente de Arabia Saudita sería dejar que los precios se estabilicen en un nivel en el que no sería rentable para los nuevos productores permanecer en el mercado.
 
¿Acaso los precios del petróleo han tocado fondo?
 
Lo único que se puede decir con seguridad acerca de los precios del petróleo es que son muy volátiles, y muy difíciles de predecir.  Un simple examen del gráfico adjunto ilustra este punto. La volatilidad se puede medir por el número de altas y bajas en el precio del petróleo desde el inicio de la serie histórica en 1861.  Si se tiene en cuenta lo lejos que estamos ahora del precio promedio histórico del petróleo desde la fecha en que alcanzó los US$22,50 por barril, no debería haber ninguna duda de que nuevas caídas de precios son posibles.  De hecho, no hace mucho tiempo, en 2001, el barril de petróleo se cotizaba a US$20 en la bolsa de Nueva York.
 
¿Debemos preocuparnos por los bajos precios del petróleo? 
 
En el corto plazo, el petróleo barato es una bendición para los que lo importan.  Los importadores de petróleo de las economías industrializadas y más aún los de las economías emergentes, deberían experimentar mejoras en los ingresos de los hogares, sus cuentas fiscales y externas, y una reducción en los costos de los insumos.  Pero los exportadores de petróleo verán disminuir su principal fuente de ingresos, y enfrentarán una presión sobre sus presupuestos y balanzas exteriores.  Si los precios siguen cayendo, podría haber motivos de preocupación.  En primer lugar, considere esto.  Si los precios del petróleo caen demasiado, esto podría desalentar nuevas inversiones y al mismo tiempo estimular la demanda; en términos económicos simples, esto daría lugar a una crisis de los precios en algún momento en el futuro.  Lo más importante es que el petróleo barato también afectará probablemente la disposición de las empresas a cambiar por tecnologías de ahorro de energía y puede frenar cualquier urgencia de reducir las emisiones de los combustibles fósiles, desacelerando así los esfuerzos mundiales por mejorar el cambio climático.  En segundo lugar, la historia muestra que los precios extremadamente bajos del petróleo han estado asociados a sucesos extremos, como la Gran depresión de 1929, la inestabilidad en Oriente Medio a fines de la década de 1990, y los ataques terroristas del 11 de septiembre y la posterior guerra de Iraq de 2001 a 2003 (vea el gráfico).  En tercer lugar, piense en la primavera árabe: disturbios civiles podrían activarse en las naciones ricas en petróleo que sufran presiones financieras y no puedan mantener sus programas sociales.  Es probable que los que más sufran sean aquellos con un historial de gestión macroeconómica precaria y que no hayan creado importantes reservas fiscales durante los buenos tiempos.


 
¿Qué deben esperar en el futuro cercano los países latinoamericanos y caribeños?
 
En la región de América Latina y el Caribe (ALC), existe el temor de que, debido a la caída de los precios del petróleo y las presiones que esto podría sumar a un entorno económico ya debilitado en Venezuela, el acuerdo de Petrocaribe pueda ser interrumpido.  El acuerdo de Petrocaribe fue creado en 2005 para proporcionar petróleo venezolano con financiamiento preferencial a miembros de América Central y el Caribe.  Nicaragua, República Dominicana, Guyana, Jamaica y Haití son los países de la región más expuestos a Petrocaribe, debido a la cantidad de petróleo que importan en el marco del acuerdo y el tamaño de su deuda con Venezuela.  Bajo los términos del acuerdo, Venezuela normalmente ofrece financiamiento de hasta la mitad de la factura de petróleo a una tasa de interés del 1 % a 2 % pagadero en hasta 25 años y con un período de gracia de 2 a 3 años.  El mayor desafío será si los precios del petróleo comienzan a aumentar de nuevo en un escenario en el que el acuerdo de Petrocaribe ha sido interrumpido.  Pero esto aún está por verse.
 
Las fluctuaciones del precio del petróleo siempre generarán ganadores y perdedores.  En el entorno actual, la caída del precio del petróleo podría beneficiar a ambos.  Los importadores de petróleo serán los más beneficiados.  Los exportadores de petróleo sufrirán, sin duda, pero tienen la oportunidad de abordar una política económica difícil y cuestiones de economía política.  Puede que les resulte más fácil, por ejemplo, crear los incentivos necesarios para diversificar sus economías más allá del petróleo, y reducir o eliminar los subsidios a los combustibles fósiles, ya que estos son difíciles de abordar cuando los precios del petróleo están altos.  Para mitigar los posibles impactos de la caída de los precios del petróleo sobre el medio ambiente, podrían modificarse los impuestos a los combustibles para reducir el incentivo de aumentar el consumo.  Por último, pero no menos importante, los importadores de petróleo no deben perderse la oportunidad de generar reservas y aprovisionarse para cuando la situación empeore.  Después de todo, todo lo que sube, baja, y finalmente encuentra su camino para volver a subir.